jueves, 10 de octubre de 2013

El Castillo de Santa Catalina



El Castillo de Santa Catalina se encuentra en la colina del mismo nombre, en Jaén capital. Se trata del mayor símbolo del paso de la historia de la ciudad a través de las diferentes civilizaciones que lo habitaron. Este Monumento Histórico-Artístico se encuentra incluido en la Ruta de los Castillos y las Batallas.

Orígenes. En un inicio se construyó como una fortaleza defensiva que a lo largo de los años sufrió grandes modificaciones. Posee cinco torres y la Torre del Homenaje, en cuyo interior se ubican la sala de recepción, de conferencias y de audiovisuales del Centro de Interpretación Histórico. En la Torre de las Damas se exponen piezas arqueológicas y maquetas. La Prisión está ambientada en la época de ocupación francesa, recreando los calabozos que existían entonces, cuando estuvieron activos.

Fue en sus orígenes un alcázar árabe construido durante el reinado de Al-Ahmar. Cuando Fernando III reconquistó definitivamente la ciudad, erigió sobre la Alcazaba una fortaleza cristiana, el Alcázar Nuevo, con una iglesia consagrada a Santa Catalina.

El Parador Nacional de Jaén ocupa la fortaleza de Abrehui, anexo al monumento, aunque las modificaciones que sufrió durante su remodelación, han dejado pocas áreas originales en pie.


Referente turístico. Actualmente, y desde hace unos años, este precioso castillo se ha transformado en un monumento turístico de gran interés, en un lugar clave para la ciudad, un símbolo y un espacio cultural donde la historia cobra vida por medio de exposiciones ambientadas en cada época. De este modo, el visitante saldrá del castillo conociendo la singularidad del Cerro de Santa Catalina, a partir del cual se centra la temática, continuando con la ocupación que ha sufrido el mismo a lo largo de la historia, por parte de las diferentes civilizaciones que llegaron a coronar su cima.

La cruz. Ubicada a la izquierda del castillo, en el punto más elevado de la ciudad, se observa una gran cruz, famosa si bien no por su valor intrínseco, sí por ser un perenne símbolo de la ciudad. Se dice que esta cruz monumental hace memoria a la que en aquel mismo lugar mandó colocar Fernando III el Santo tras arrebatar la fortaleza al rey Alhamar, y es que aunque este monumento se reconoce y caracteriza por sus grandes dimensiones, cuenta la leyenda que, en realidad, esta cruz había sido anteriormente de madera, y/o piedra de unas proporciones mucho más pequeñas, frecuentemente derribada por el formidable viento tan típico de Jaén.

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