Tras esa etapa convulsa de batallas y conquistas,
la ciudad de Martos y sus habitantes se encaraman a otra época histórica, llena de cambios, cambios políticos,
culturales y religiosos: la edad moderna. Con el transcurso de los años,
esta época se ha distanciado tanto de la
presente que suele añadirse una cuarta edad, la Edad Contemporánea,
que intensifica extraordinariamente la tendencia a la modernización, y lo hace
con características sensiblemente diferentes, fundamentalmente porque significa
el momento de triunfo y desarrollo espectacular de las potencias económicas y
sociales que durante la
Edad Moderna se iban
gestando lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades
políticas que lo hacen de forma paralela: la nación y el Estado. Además,
durante la edad moderna se integraron los dos mundos humanos que habían permanecido aislados desde la Prehistoria: el Nuevo
Mundo.
Adentrados ya en pleno siglo XVI, esta etapa fue
sin duda uno de los principales puntos en el desarrollo de la villa. A este
desarrollo contribuyeron diferentes
personalidades y personajes históricos como el corregidor Pedro Aboz y
Enríquez, el humanista Diego de Villalta y el arquitecto Francisco del Castillo
"El Mozo". Este siglo supuso una etapa de expansión económica, social
y de estabilidad institucional. Se produjo una gran impronta agraria y ganadera
desde el punto de vista económico, con dehesas, monte bajo, encinas, chaparros,
quejidos, etc… todo esto unido a la triple vertiente mediterránea de la vid,
cereal y olivo.
El arquitecto Francisco del Castillo "El Mozo", fue sin duda uno de los
materialistas de la transformación de la villa. En 1558 se puso al frente de la
remodelación de la Fortaleza
Baja, y tras los éxitos cosechados y el reconocimiento
público, comenzó a nutrirse de otros tantos trabajos como la ampliación y
remodelación de las iglesias de la
Villa y de Santa Marta, así como la construcción de sus
campanarios. Pero sin duda, su principal trabajo en la villa, fue la construcción
de los edificios civiles del Pilar de la Fuente Nueva y el
edificio de la Cárcel y Cabildo. La plaza de Santa Marta, con la Real Iglesia de Santa
Marta, la Fuente
de Neptuno, y la Cárcel y Cabildo, se configuró entonces como
centro neurálgico de la villa y en torno a este centro surgieron nuevas calles y
barrios, y sobre todo, de la proliferación de numerosos conventos: Franciscanos,
Clarisas, y Trinitarias, junto al Hospital de la Orden Mendicante
de San Juan de Dios.
Ya en el siglo XVII se produjo la consolidación
del desarrollo y expansión de la villa y de las órdenes religiosas. El crecimiento urbanístico de las
casas-palacio y solariegas, se sucedió en torno a las calles La Fuente y Las Huertas,
condicionado por el arroyo de la
Fuente de la
Villa.
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