miércoles, 30 de octubre de 2013

Historia de Martos: la edad moderna (IV)



Tras esa etapa convulsa de batallas y conquistas, la ciudad de Martos y sus habitantes se encaraman a otra época histórica, llena de cambios, cambios políticos, culturales y religiosos: la edad moderna. Con el transcurso de los años, esta época se ha distanciado tanto de la presente que suele añadirse una cuarta edad, la Edad Contemporánea, que intensifica extraordinariamente la tendencia a la modernización, y lo hace con características sensiblemente diferentes, fundamentalmente porque significa el momento de triunfo y desarrollo espectacular de las potencias económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacen de forma paralela: la nación y el Estado. Además, durante la edad moderna se integraron los dos mundos humanos que habían permanecido aislados desde la Prehistoria: el Nuevo Mundo.


Adentrados ya en pleno siglo XVI, esta etapa fue sin duda uno de los principales puntos en el desarrollo de la villa. A este desarrollo contribuyeron diferentes personalidades y personajes históricos como el corregidor Pedro Aboz y Enríquez, el humanista Diego de Villalta y el arquitecto Francisco del Castillo "El Mozo". Este siglo supuso una etapa de expansión económica, social y de estabilidad institucional. Se produjo una gran impronta agraria y ganadera desde el punto de vista económico, con dehesas, monte bajo, encinas, chaparros, quejidos, etc… todo esto unido a la triple vertiente mediterránea de la vid, cereal y olivo.

El arquitecto Francisco del Castillo "El Mozo", fue sin duda uno de los materialistas de la transformación de la villa. En 1558 se puso al frente de la remodelación de la Fortaleza Baja, y tras los éxitos cosechados y el reconocimiento público, comenzó a nutrirse de otros tantos trabajos como la ampliación y remodelación de las iglesias de la Villa y de Santa Marta, así como la construcción de sus campanarios. Pero sin duda, su principal trabajo en la villa, fue la construcción de los edificios civiles del Pilar de la Fuente Nueva y el edificio de la Cárcel y Cabildo. La plaza de Santa Marta, con la Real Iglesia de Santa Marta, la Fuente de Neptuno, y la Cárcel y Cabildo, se configuró entonces como centro neurálgico de la villa y en torno a este centro surgieron nuevas calles y barrios, y sobre todo, de la proliferación de numerosos conventos: Franciscanos, Clarisas, y Trinitarias, junto al Hospital de la Orden Mendicante de San Juan de Dios.

Ya en el siglo XVII se produjo la consolidación del desarrollo y expansión de la villa y de las órdenes religiosas. El crecimiento urbanístico de las casas-palacio y solariegas, se sucedió en torno a las calles La Fuente y Las Huertas, condicionado por el arroyo de la Fuente de la Villa.

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