Avanzando en este maravilloso
viaje por la historia de Martos, ya en el siglo XIII, durante la reconquista
cristiana, hay ciertas dudas acerca del verdadero momento en el que los castillos de Martos, Andujar y Jaén
fueron entregados a Fernando el Santo por parte del rey musulmán de Baeza.
Según los escritos este evento se produjo allá por el 1225, suceso que diversos autores otorgan a otra etapa de la
historia.
Sea como fuere, el rey otorgó la
tenencia de las fortalezas de Andujar y Martos a Álvaro Pérez de Castro, apodado “el Castellano”, de la Casa de
Castro, y junto a él se asentaron las tropas de las Órdenes de Santiago y
Calatrava.
Desde ese momento, “el
Castellano” y sus tropas saquearon y devastaron todas las zonas habitadas de
los alrededores de sus castillos en Martos y Andujar. Esto provocó la ira del gobernador almohade de Sevilla, que se batió en
batallas campales contra las fuerzas del de Castro gracias a su alianza con los
pueblos de Jerez de la
Frontera, Córdoba y la misma Sevilla. En todas ellas salió
derrotado, y las gentes musulmanas de los pueblos de Baeza, Martos y Andujar
abandonaron dichas ciudades alrededor de 1226. Además, varias villas cercanas a
Sevilla y Córdoba reconocieron desde entonces al rey de Baeza como su señor,
debido en gran medida a su alianza con el rey de Castilla. Fernando el Santo
nombró teniente de Baeza a López Díaz de Haro, y las poblaciones de Baeza,
Úbeda y Andujar comenzaron a recibir población cristiana.
En 1228, la ciudad de Martos fue entregada a la Orden de Calatrava de mano del rey Fernando
III el Santo, convirtiéndose ésta en la ciudad de esta orden más importante en
el río del Guadalquivir y uno de los
bastiones frente al reino nazarí de Granada.
En 1312, el rey Fernando III el Santo mandó ejecutar a los hermanos Carvajal,
caballeros de la Orden
de Calatrava. Los hermanos, según cuentan los escritos, emplazaron al rey a
abandonar este mundo tras su ejecución, en señal de injusticia por su muerte.
Tal y como avanzaron, el rey murió poco después de dar muerte a los caballeros.
Así, quedó constancia en la
Crónica de Fernando IV, escrita casi cuarenta años después de
la muerte del rey.
Tras el Desastre de la Vega
de Granada, ocurrido en 1319, y en el que perdieron la vida el infante Juan
de Castilla "el de Tarifa", hijo de Alfonso X, y el infante Pedro de
Castilla, hijo de Sancho IV de Castilla, la localidad de Martos fue sitiada y
saqueada por las tropas del rey Ismail I de Granada. Tras este suceso, las murallas
y defensas de Martos fueron reforzadas, resultando un bastión casi
inexpugnable.
Alfonso XI a finales de 1340
inició una campaña de conquista que
acabó con la toma de Priego, Carcabuey, la torre Matrera y sobre todo la ciudad
fortaleza que él más deseaba: Q'alat ben Said. Esta conquista no podría
haberse producido sin la ayuda de los hombres de la encomienda Calatrava de
Martos que jugaron un importante papel para que el rey se posesionara de la
ciudad fortaleza.
Ya en 1489, la ciudad de villa de
Martos deja de ser la cabecera de la
Orden de Calatrava al morir el último Maestre de ésta, por lo
que la administración de la ciudad pasó a manos de Fernando el Católico,
iniciándose así, una etapa de estabilidad y prosperidad económica, el
crecimiento de la explotación agropecuaria y un acentuado aumento de la
población.
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